jueves, 29 de marzo de 2012

La poesía, un lunar en el rostro de Sara Bringas

Por Adriana Tafoya

Las mujeres nuevas nacen de sí mismas (S.B)

Para escribir sobre Lunaciente, este misterioso poemario de Sara Bringas (por el secreto que guardan muchos de sus poemas), tendría que empezar hablando sobre lo que se espera en la actualidad de la poesía femenina.

Sara Bringas, Raúl Renán, Ivan Leroy y Adriana Tafoya en Casa Lamm.


En un reciente coloquio en la UNAM, donde participaron Enrique González Rojo y Max Rojas, flotó sobre la mesa este tema, ante lo cual González Rojo comentó que “que la poesía oficiada por mujeres es la que más destaca ahora en México”. No opinando lo mismo Max Rojas, quien sostuvo que “las poetas se habían vuelto unas descaradas que abordaban la sensualidad más como pornografía”. Lo interesante de ambas percepciones no viene de su antagonismo, sino más bien, de que es obvio que sigue existiendo una rivalidad ancestral en la dicotomía hombre-mujer.

En este poemario de Bringas, es notoria esta confrontación, que desarrolla en varios de sus poemas. La poeta asume una posición lunar para la mujer, símbolo ancestral que se le ha otorgado como propio, al igual que los mares, las sombras y el silencio. Todo esto a favor de un pensamiento medieval; donde todo lo transgresor que se conocía o manifestaba en el rol femenino, se circundaba en el término de “brujería”. Bringas, retoma este término que en tiempos actuales ha adquirido diferentes connotaciones. Una de ellas, es la idea de brujería como la alquimia del poeta, como creador de metáforas (caldero en donde se cuecen las transformaciones), imágenes, símbolos, el mundo que existe dentro del poema en sí. Entre las mujeres poetas oficiantes de ello, por mencionar algunas, se encuentran María Elena Solórzano, Iliana Godoy, Teresa Guarneros y Gabriela Borunda, poetas que creen humildemente en el oficio de la poesía como un gran aquelarre.

Al igual que ellas, Sara Bringas, busca en su interior esa voz blasfema, que en el mito se cree es voz femenina. En estos poemas llenos de encanto, y alta calidad estética, remarcada con siniestros fetiches, logra crear un mundo mágico, y a la vez real, gracias al manejo de la ironía que traza en él.

En el sueño hay tendencias

el hombre tenía pechos y pezones

con un palo de escoba entre las piernas

volaba sobre las tejas

(página 108)

Bringas pone el dedo en la hendidura de un tema que se ha vuelto de gran interés en todas las artes, y nos remite al controversial filme de Lars Von Trier, “El anticristo”, donde la protagonista hace real el miedo a las brujas, que permanece guardado incluso en el hombre más racional. Película en donde también con ironía se demuestra que el sentimiento de ser bruja quedó marcado para siempre (casi como un instinto) en el interior femenino, al igual que dentro de cada hombre hay un gran Torquemada.

Sin embargo, este rol, (muy lejos a ser superado por la posmodernidad, contrario a lo que pudiéramos pensar) es uno de los más audaces, y con mayor elasticidad para la acción de la mujer, por consiguiente, de las poetas, y que ha venido a retomarse en esta época por la necesidad de salir, mejor dicho, de escapar, de una “poesía” hecha por mujeres domésticas, madres alcahuetas, amas de llaves y prostitutas abnegadas.

Porque se sigue apoyando ese tipo de “poesía”, y que su estética, para nada, disimula su contenido, es que las poetas tienen que recurrir nuevamente al caldero para crear, al menos, otra variante de la realidad. Cito:

bruja zorra

Maldita perra

qué más te queda rompe tus miedos

Bruja mala eres sólo cordera

amante fallida cándida insecta

Arrobante aroma exuda tu cuello

y te enredas en mis senos

(página 33)

Sara Bringas es una de estas poetas, que se esfuerza por encontrar otra voz, otros roles, otras formas de soñar y pensar, para ejercer el don del poder, en la Realidad. Debo decir y adular de la poeta, la armonía de sus versos al escribir sobre situaciones nada poéticas, logrando en ellos belleza.

Estás ahí boca arriba

eres cadáver hermoso

disimulas con parafina la ruina de tu rostro

te hicieron una peluca con el pelo de los santos

en la oscuridad del sepulcro

tu lengua ya no obedece

sólo castañean tus dientes

se te enredan las palabras

(Página 77)

Lunaciente es un libro de los ciclos, de las mareas altas, y de la sangre que es el día. Una poética que sólo puede ser concebida por una mujer que se sumerge en el habla de una primera persona que se inquieta como el río y que es capaz de levantarse en una columna para acariciar el lomo lunar de ese cachorro, lobo sediento que se acerca a los lindes de un caudal de luz.

La travesía es un sitio ya previsto para quién conoce la geometría del Mundo. Y después de girar, entre lo que puede ser, construir o destruir una poeta con el poder de sus manos, con el poder de su vórtice, de sus pensamientos, de la belleza que emerge de una palabra, Sara Bringas, la poeta, nos pregunta: “ahora qué haremos con los ojos abiertos”, pues su poesía no abre los ojos por primera vez al mundo para darnos cuenta de que también está compuesto por otros elementos, y otras formas que enriquecen la visión.

Este libro es recomendable por su peculiar estética, su misterio, su inteligencia y reflexión, y sobre todo, porque nos puede entregar frutos muy diferentes de los que está dando ahora la poesía mexicana femenina.

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