(Apuntes sobre el libro A tu figura mis pensares, de David Solís Sánchez)
Por Adriana Tafoya
Este texto contiene una relajada pero objetiva especulación sobre el porqué de este libro, A tu figura mis pensares, que parece ser parte final de una trilogía que vino desenvolviéndose emocionalmente en el autor desde 2006 con Secretos del ayer, donde él dice relatar los sitios más recónditos de niño y adolescente; sólo un año después publicó Desnúdame el alma, que al parecer, está muy hermanado con este tercer libro, pues el autor comenta que “estos poemas son figuras, son pensares, son nosotros a cualquier hora del día”. Este comentario hace recordar a Carl Gustav Jung cuando explica cómo funciona el inconsciente colectivo, entiéndase por tanto aquí el inconsciente colectivo como “el fluir de una serie de sentimientos creados”: el amor, la tristeza, la compasión, el ansia, los anhelos, las ilusiones, que caben en la naturaleza histórica, en el fluir de arquetipos, figuras, modas, etcétera, y que son del dominio público y lugar común en nuestros pensamientos.
Revisé con calma los poemas vertidos en esta edición, y noté que David Solís no utiliza métrica regular, tampoco verso blanco, y mucho menos verso libre. Para los que no estén informados en qué consisten estas estructuras, daré una muy breve descripción: “En términos generales, el verso libre es la forma de expresión poética que se caracteriza por su alejamiento intencionado de las pautas de rima y metro. A comparación de la poesía con métrica y rima, que da forma rítmica al poema a partir de determinadas convenciones para poder medir el número de sílabas y acentos en un verso escrito en lengua española. El verso blanco es más reciente, y es un tipo de composición poética que se define por tener una métrica regular y carecer de rima”. Como podremos ver en el libro (ahora que lo tengan en sus manos), no los utilizó, lo cual puede desconcertar al lector acostumbrado a la poesía, pues el escritor se arriesga a no utilizar otra arma más que la sola rima. Sí, utiliza arrebatadamente la rima, lo cual hace preguntarnos, ¿cuáles son la circunstancias escriturales de David? ¿Se preguntaría el autor cuál iba a ser la temática que pensaba desarrollar en el libro?, ¿si iba a dejar alguna aportación al pensamiento, a la literatura, a la poesía o al lector, o sólo lo haría por esparcimiento o la verdadera necesidad de una realización personal y así dar a conocer a todos nosotros sus sentimientos y deseos?, lo cual es válido; si quiere pensar, sentir, es válido; algunos creemos que los bellos pensamientos y las buenas intensiones son poesía. Sería válido también si sólo se dedicara a pensar y sentir, aunque no escribiera: porque la poesía es algo distinto a pensar y sentir solamente. “Porque somos uno con lasciva y perenne somnolencia de estar dormidos en actividad cotidiana”, escribe David, pues habla desde la rabia de la libido a sus 26 años y apunta que, abro cita, “una vida sin sexo no es una vida sin sexo”, cierro cita, es decir que su sentimiento de trascender, de poseer, o querer dejar algo no corresponde con el semen que fecunda, sino con el semen espiritual que dibuja en las mujeres, en los libros, revistas, hijos, atalayas, árboles, etcétera. Cito: “como si fuera así de fácil, secar el mar, apagar el sol, volar sin alas, amar sin amar”.
Tal vez sea la divagación una propuesta esencial aunada a la sorprendente reiteración del yo; estas dos características son los escalones para lograr el caos emocional que lo embarga, “resumen de la vida de muchos”, según Carlos Santibáñez, que también afirma, “el poeta presiente, adivina lo que es y será, hacia el mañana, su misión”. Entonces, ¿cuál sería la propuesta de Solís Sánchez en estos textos?
Para Pedro Arturo Estrada, en su ensayo sobre el oficio poético para saber si es “bueno o malo” un poema, opina lo siguiente: “Lo que en verdad cuenta aquí es verificar el punto de vista desde donde el tema es tratado. El enfoque personal y la mirada inédita (la verdadera originalidad) que el autor le aporta a dicho tema o idea. Qué perspectiva maneja: conformista, irreverente, irónica, humorística, revolucionaria, anárquica, vanguardista, experimental, clásica, religiosa, etc. Cómo se ilumina o se oscurece el tema de acuerdo con este enfoque. Ahí comienza a establecerse la diferencia entre un mal poema y uno bueno. Porque una cosa es escribir, por ejemplo, del amor con una mirada convencional, típica, adocenada, sentimentaloide y otra, hacer ver el lado oscuro de este fenómeno con ojos críticos, irónicos o más frescos que revelen algo diferente sobre el tema y en general sobre cualquier otro tópico o idea”. Por consiguiente, pregunta, a manera de observación: “Para qué dice lo que dice, el poeta, y para quién: Qué nivel de trascendencia y de verdad alcanza el texto poético. Hasta dónde puede llegar según el grado de originalidad que aporta al tema, la ejecución que consigue realizar desde la forma y los recursos de expresión utilizados. Cómo se ve este poema en medio de los poemas ya reconocidos de otros poetas. Cómo se integra al gran conjunto hipertextual de la época, cómo se sostiene ahí, cómo lo afecta la crítica, la percepción del lector inmediato, y, finalmente, ¿cómo será leído en el futuro y aun en el precario presente de nuestra propia existencia? (…) Saber que todo lo tragará el olvido, es, después de todo, un consuelo”, finaliza.
Para hacer uno las cosas que uno hace necesita uno creer en sí mismo, pero no será ese el error: creer, en lugar de saber quién es uno. Saber quién es uno, implica conocerse, es decir, verse con ojo crítico, y en este verso lo comenta David, “trato de lograr mi metáfora con los ojos”. En el libro encontramos un poema que bien podría ser por contenido o temática, tal vez, su propuesta poética (me gustaría pensar que el autor lo concibió así), p. 51, fragmento de Exilio de una jauría llamada ignorancia: “Poesía diferencial, de aliento distinto, / De conversación, de introspección, de susto, / poesía que se derrama con un juguete, / hecho de madera, poesía rebelde; / esos son los poemas del siglo que decide / en los latidos perversos del que llora, / del que se acuerda, por la sucesión ahora, / por la duda que fornica con mi razón / he tratado de olvidarme de ciertas cosas / para llevarme bien con los ignorantes / y aunque suene fuerte y sean rosas, / era un error, esas cosas son importantes / son agua, tierra, aire, fuego: son sabidurías / que te exilian más fácil de entre las jaurías”.
Por lo tanto me inclino a decir que David Solís Sánchez es un joven con ímpetu, con verdadero interés por la poesía y que está luchando por alcanzarla. Pues el título A tu figura mis pensares, bien podría ser la metáfora de su intensión de darle una figura, un estilo, una esencia personal a sus versos, así le lleve la vida entregarle su pensamiento entero. David es un hombre que ama, sufre, sobre todo ama la vida, y por consiguiente, y esto es lo más importante, a la poesía.
David Solís no es un poeta, más bien es un perverso que se lanza al caos que nos representa para “comerse el sol a chorros”, pues se nombra “ser de añicos y de construcciones”; estos versos que enumeraré, son a mi punto de vista, de lo más rescatable e interesante de este sincero libro: “Escribiendo metáforas azules. / Y el amarillo que dejó dátiles. / Este es mi discurso y el más tímido. / Los versos que se muerden los labios. / Los breves discursos vuelan mi cabeza. / Me escaqueo, me reviento en las tripas del otro. / Me acelero, tarabilla de mi boca, y palabras renuevo. / Tan callado, reforzando el grito interior. / Poniendo la facha de mi mente recia. / El hombre que ama, que llora y muge. / El error hace grande a uno, lo lleva al infierno disfrazado. / Me gusta el error que desviste. / Así de elegante, así de bella en la nube de dulce, en el cielo con rizos de tu pelo en marañas a las 24 horas con dos peinetas. / Cualquier aberración social es un buen pretexto para estarte. / La noche que hablamos fue siempre lo de todos los días: plática inerme, palabras ahogadas en el sueño bruto. / Dormidos en actividad cotidiana. / Me suena la mente con un tono que taladra y quema de modo ajeno. / Hoy siento una ansiedad burda que no separa la astilla del pino. / Cuando era chico y mi mamá tenía que salir me quedaba solo y lloraba derritiendo el hielo, sacando la angustia en una lágrima. / Abramos camino a la lágrima de la mariposa. / Odio a veces algunos insectos que saben vivir sin la cabeza”.
Si grandes poetas mexicanos, como Octavio Paz y Enrique González Rojo, tuvieron la humildad de reconocer sus primeros libros como reprobables, y declararon incluso, tener entre sus planes desaparecerlos, por qué no David, que aún es joven, podría tomar esta anécdota como ejemplo de valentía, y así comenzar una nueva saga de libros, para escribir con otro fuego más poderoso, más seguro y con mucho más oficio, de tal modo que pueda darle sentido a las palabras de Mallarmé, ser libre por fin, y escuchar no sólo el ruido, sino también la propia música que formarán sus versos. Cito:
Asistimos ahora a un espectáculo verdaderamente extraordinario, único, en la historia de la poesía: cada poeta puede esconderse en su retiro para tocar con su propia flauta las tonadillas que le gustan; por primera vez, desde siempre, los poetas no cantan atados al atril. Hasta ahora —estará usted de acuerdo— era preciso el acompañamiento de los grandes órganos de la métrica oficial. ¡Pues bien! Los hemos tocado en demasía, y nos hemos cansado de ellos.
Palabras a manera de consejo, para un verso verdaderamente libre, de Stéphan Mallarmé.
Felicidades para David Solís Sánchez por este libro.
David Solís Sánchez durante la lectura de Adriana Tafoya.
Presentación leída el 7 de julio de 2010 en la Galería de la SHCP.